El camino más fácil para la mente mediocre es minimizarme por mi historial

Escrito por: Patricia Gr

Me dio mucha impresión leer a un psicólogo chileno. Me hizo recordar al “profesional” que llevó mi caso. Lo recuerdo de tal forma que mi mente se agolpa de recuerdos, dejás de ser persona para ser un número, un caso, te quitan lo que sos poco a poco y una marca clavada para toda la vida pasa a ser carga sobre tu espalda. El camino más fácil para la mente mediocre es minimizarme por mi historial; ¿pero qué más da? No es la cabeza de él la que tocan, no es el que se siente fracasado al no lograr, “el cambio” que dicho profesional espera. Día a día intentás meterte en un frasco que no es tuyo, en un molde en el que no entrás, lo sabés, pero es lo que el mundo espera.

Algunos de nosotros luego del proceso encontramos otro martirio, uno que padecemos a diario, no quedamos intactos, somos fragmentos de lo que fuimos. Buscamos ayuda para mejorar el daño que dicha “normalización” nos ocasionó y muchas veces no la encontramos ni en nuestro colectivo; somos silenciados, objetos de burlas, denigrados, rotos. La sociedad nos devuelve la mirada de la indiferencia.

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No entiendo muchos puntos de su discurso. Llama “carente” a toda diversidad sexual y trata de “cómplice” a todo psicólogo que no intente “normalizar” una conducta “dañina”; lo que me lleva a cuestionar ¿dañina para quién? Habla de autoengaño y “normalización de serios problemas” ¿problemas para quién? Habla de jugar con nuestras cabezas, así como si el daño que provoca no fuera nada “por nuestro bien”, vuelvo a preguntar, ¿mi bien?

A mis dieciocho era una chica completa, con sueños y metas, joven, sociable, viva. Si la fortuna me hubiese acompañado, mi bien, como usted llama a ese proceso, hubiese sido encontrar a un “cómplice” que me entienda y me escuche, que me diga “todos somos diversos; ¿qué es normal?”. Alguien que no me rompa, ni me fragmente o juegue con mi mente creyéndose Dios. Una persona que piense en mi bien, que crea que la sociedad debe entender nuestra diversidad y no marginarme por ser diferente. Que no invente términos para negar mi identidad, que sea más empático y me incluya. Ojalá el tiempo volviera atrás, pero es tan jodido no regresa. Ojalá tuviera la gloriosa fortuna de encontrar un “cómplice”.

Es más fácil que yo cambie y me meta en un frasco que no es el mío “por el bien de la sociedad”, que la sociedad se eduque y me tolere.

Por el bien de la sociedad debería haber menos psicólogos como usted, que aún sabiendo los riesgos en las “normalizaciones” nos prefiera muertos o depresivos que incluidos. La sociedad está enferma, usted es un buen exponente.